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Bulletin Issue7 July?September 2002

Cuando la Democracia es Dictadura

Las elecciones presidenciales en Colombia tienen lugar cada cuatro años. A pesar de que el presidente de turno no puede presentarse a la re- elección, en la práctica los dos principales partidos de la derecha, los Liberales y los Conservadores, han mantenido un estricto control sobre el proceso, alternando la presidencia entre ellos.

Las elecciones presidenciales en Colombia tienen lugar cada cuatro años. A pesar de que el presidente de turno no puede presentarse a la re- elección, en la práctica los dos principales partidos de la derecha, los Liberales y los Conservadores, han mantenido un estricto control sobre el proceso, alternando la presidencia entre ellos.

Las elecciones presidenciales en Colombia tienen lugar cada cuatro años. A pesar de que el presidente de turno no puede presentarse a la re- elección, en la práctica los dos principales partidos de la derecha, los Liberales y los Conservadores, han mantenido un estricto control sobre el proceso, alternando la presidencia entre ellos.

 

Esta tenaza bipartidista sobre la política oficial ha estado sostenida en una dinámica de terrorismo de estado. En los últimos cincuenta años, todos los candidatos de izquierda que han tenido alguna posibilidad de ser elegidos han sido llanamente asesinados, junto a sus oficiales de campaña. Para los trabajadores y movimientos populares colombianos, lo que se presenta como democracia no es más que un arma para silenciarlos. La violenta exclusión política que vive Colombia ha imposibilitado su representación en el proceso. Las elecciones han sido sólo otro mecanismo de afirmación del poder de clase de los ricos sobre los pobres. Es por ello que el abstencionismo es tan elevado ente la clase obrera y el campesinado, para la mayoría de los cuales el votar es dotar de legitimación a una perversión corrupta y despreciable de la democracia.

El 26 de mayo, Álvaro Uribe Vélez ganó con rotundidad en la primera vuelta con el 53% de los votos, siendo ésta la primera vez que un candidato lo consigue. Es importante analizar en detalle los datos, para ver que representa realmente la ‘victoria arrolladora’ de Uribe. El dato más significativo fué la elevada abstención, la más alta de toda la historia. De un total de 24.208.150 votantes registrados, 13.216.619 (un 54.6%) no votó. Los votantes fueron así una minoría de la población. En los departamentos del Sur colombiano, los más afectados por el Plan Colombia, los índices de abstención fueron superiores al 70%. Aún más, un 9% de los votos emitidos fueron votos en blanco, nulos o marcados en la casilla de ‘ningún candidato’. Sólo un 41.3% de los votantes registrados emitieron un voto positivo por algún candidato.

El verdadero dato de abstención es incluso mayor si se tiene en cuenta que entre dos y cinco millones de colombianos adultos no están registrados, debido a encontrarse desplazados o a formar parte de los movimientos guerrilleros o encontrarse en zonas controladas por éstos o, simplemente, a no haber entrado en el sistema de registro. Uribe Vélez consiguió el apoyo de un 24% de los votantes potenciales o, más realisticamente, no más de una quinta parte de la población adulta.

De hecho, lo que la victoria de Uribe Vélez representa no es un mandato electoral del pueblo colombiano, si no un mandato de las clases adineradas del país. Después de todo es su voto el que cuenta en las elecciones colombianas y últimamente han endurecido seriamente su actitud. Uribe representa su voluntad colectiva de acabar de una vez con toda resistencia al modelo neoliberal: habrá un mayor impulso del Plan Colombia, con nuevas solicitudes para más ayuda militar de Estados Unidos y de otros paises ricos; las fuerzas armadas doblarán su número; existe el objetivo de reclutar un millon de civiles para integrar una fuerza de ‘vigilantes’; los poderes ejecutivos del presidente se verán reforzados y el Congreso será disuelto; no habrán diálogos de paz con los movimientos guerrilleros a menos que sean para negociar su rendición efectiva. Uribe Vélez es la figura central de un proyecto de extrema derecha que porta en su seno todos los rasgos para convertirse en el modelo colombiano del fascismo, con la connivencia activa y plena del imperialismo norteamericano.

La campaña electoral tuvo tres fases. Horacio Serpa, ex-ministro del narco-financiado gobierno de Ernesto Samper y candidato oficial del Partido Liberal comenzó como destacado favorito. Una encuesta de opinión realizada en septiembre del 2001 situaba a Serpa claramente en cabeza con un 43% de intención de voto, con el liberal disidente de derechas Uribe Vélez (23.4%) disputando el segundo puesto con la liberal reformista Noemi Sanín (16.2%). A primera vista parecería que la vieja estructura bipartidista se estuviera desmoronando. En realidad lo que estaba ocurriendo, tal y como se vió a lo largo de la campaña, no era el fin de la exclusión política y el bipartidismo, si no un reajuste en la política de lealtades dentro de esa estructura. La carrera por la segunda plaza iba a ser importante. Colombia tiene un proceso electoral similar al francés, ésto es, una primera vuelta abierta a todos los candidatos, seguida de una segunda vuelta que se lleva a cabo unas semanas después, entre los dos candidatos más votaos, siempre y cuando no exista mayoría absoluta en la primera vuelta.

El único candidato progresista que se presentó, con un programa opuesto al modelo neoliberal y a la depredación de las multinacionales, fué Lucho Garzón, ex-Presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), representando al recientemente formado Frente Social y Político. En septiembre del 2001, de acuerdo a las encuesta de opinión, el apoyo electoral a Garzón era marginal, con un 1.4% de las intenciones de voto.

El momento decisivo de la campaña se dió a finales de enero. Para entonces el saliente presidente conservador Andrés Pastrana había adoptado claramente una opción de guerra total contra los movimientos guerrilleros. Los diálogos de su gobierno con las FARC fueron solamente rescatados por una intervención en el último minuto del grupo de paises amigos, y continuaron renqueantes por otras tres semanas. Ambas partes sabían que el final de la zona desmilitarizada era inminente, especialmente desde que el embajador de Estados Unidos comenzó una campaña de exaltación del sentimiento ‘antiterrorista’, amplificada por los medios de comunicación colombianos. El Partido Conservador descubrió en Uribe Vélez el hombre que habían estado anhelando, un hombre para la guerra. La burguesía se unificó en torno al candidato de extrema derecha. La popularidad de Uribe Vélez medida en las encuestas se disparó hasta el 39% y siguió aumentando. En marzo, Uribe Vélez había alcanzado el 54% de las intenciones de voto.

Entonces se dió el segundo punto de inflexión de la campaña. Garzónse encontraba en enero con una intención de voto del 0.9%. La preocupante perspectiva de un Uribe Vélez como presidente inquietaba seríamente a la izquierda. El Frente Social y Político ganó ímpetu con las eleccionesal Congreso que se llevaron a cabo el 10 de marzo. A pesar de que éstas constituyeron una decisiva victoria para la extrema derecha, claramente liderada para entonces por Uribe Vélez, hasta el punto de que los paramilitares afirmaron tener el apoyo de un 35% del nuevo Congreso; el Frente consiguió así mismo cinco escaños. Incluso más significativofué el proceso que se inició por el cual el Frente se dió a un debate real con las masas populares sobre táctica electoral. Tal y como informamos en nuestro previo boletín, Alexánder López dimitió como presidente de SINTRAEMCALI, para poder presentarse y fué elegido para el Congreso.

Continúa habiendo serias divisiones en la izquierda colombiana respecto a la presentación de candidatura en elecciones. ¿Para qué presentarsey legitimar un proceso corrupto? De acuerdo al columnista Héctor Mondragón, 3 meses después de las elecciones de marzo, el 42% de las mesas electorales no han corregido todavía las irregularidades que se dieron en el proceso, al mismo tiempo que diversas formas de fraude electoral han acabado sin castigo. Aquellos que amenazan con exponer los casos de corrupción corren riesgos graves. Cabe recordar que el arzobispo de Cali fué asesinado días después de haber denunciado la financiación por parte del narcotráfico de la campaña electoral. Colombia está gobernada por una clase política impregnada de criminalidad, clientelismo y corrupción. Nunca ha permitido elecciones libres y justas.

Lo que ha ocurrido ciertamente es que la campaña electoral del Frente se ha beneficiado y ha reflejado luchas reales que se estaban dando desde abajo. De repente miles de personas empezaron a llenar los mítines electorales de Lucho Garzón. Los últimos dos meses de la campaña se caracterizaron por un rápido crecimiento de la intervención popular, que empezó a rebasar los confines impuestos por la farsa electoral colombiana. A Garzón se le unió la ex-guerrillera del M19, Vera Grave, como su candidata para la vice-presidencia y, finalmente, el Frente, ahora llamado Polo Democrático, consiguió un 6.2% de los votos, quedando en tercer lugar después de Serpa (31.7%) y delante de Noemi Sanín (5.8%).

No hay duda de que el ganador el 26 de mayo fué Uribe Vélez. Pero en las circunstancias actuales en Colombia, ¿que significa éso? Lucho Garzón también ganó, simplemente por que es un candidato democrático de izquierdas, que se presentó a unas elecciones y consiguió salir vivo. Ganar también significa construir una organización que pueda al menos representar la voluntad de la mayoría y sobrevivir.

Entonces, ¿es Colombia una democracia o una dictadura? Muchos paises latinoamericanos han conocido gobiernos militares intercalados con periodos de democracia formal limitada. Colombia no es muy diferente, excepto por el hecho de que las formas de gobierno democráticas y dictatoriales son administradas simultaneamente en paralelo y no en serie.

Tu experiencia del estado como democracia o dictadura depende fundamentalmente detu clase. Ciertamente las campañas electorales han demostrado que las clases adineradas son capaces de cambiar sus alianzas con total libertad. En cambio no existe esa libertad de organización para el 70% de la población que vive en la pobreza. Quien quiera que sea elegido, son los escuadrones de la muerte los que gobiernan. Nueve miembros del Frente Social y Político fueron asesinados durante la campaña. Más aún, desde que Uribe Vélez se ha convertido en el nuevo presidente electo, el índice de asesinatos ha aumentado sustancialmente. Como representantes del movimiento popular AlexánderLópez, Wilson Borja y los demás miembros del Frente en el Congreso corren un riesgo muy alto. Los paramilitares campan ya a sus anchas. Hay que defender la democracia y los derechos humanos enfrentando a Uribe Vélez y sus apoyos imperialistas.

Andy Higginbottom

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